Juventud rovirense, sin rumbo, sin oportunidades y sin políticas de inclusión

Por Rubén Darío Rodríguez López (*)

El titular de esta columna suena duro y trágico, pero es lo que quiero expresar para hacer un llamado de atención a toda la comunidad rovirense, pero sobre todo, a la institucionalidad encargada del desarrollo de las políticas de infancia y juventud en los Municipios colombianos; pero también incluye un llamado a los padres de familia para que de una vez por todas le paren bolas y asuman también la responsabilidad en la situación que voy a detallar.

En García Rovira, para el año 2015, según las proyecciones del DANE (2005-2020), y con base en el censo poblacional del año 2005, hay una población total de 73.180 personas, de las cuales el 32.9%, equivalente a 24.090, corresponden a Jóvenes entre los 10 y los 29 años. (No debería incluir el grupo etéreo de los 10 a los 14, pero es precisamente esta población la que más llama la atención y genera el motivo de esta columna). De éstos, 11.849 son mujeres y 12.241 son hombres.



Dicen que “todo tiempo pasado fue mejor”, lo que demuestra que hoy por hoy se vive muy diferente y no precisamente en mejores condiciones que en nuestras épocas de juventud. 

Nuestra época juvenil estuvo enmarcada por chupar colombina, beber agua del tubo o de la quebrada, montar cicla, besos robados; hoy la juventud chupa cigarros, bebe aguardiente y cerveza, monta en moto y ya ni siquiera se besa, va directo al sexo. 

En nuestra época, volar significaba mecerse en el columpio más duro y rápido, hoy volar significa elevarse a punta de yerba, bóxer, o tacos; lo máximo que le prendíamos a las novias eran los piojos, no había ni sida, ni enfermedades de transmisión sexual; la única droga que conocíamos era el jarabe para la tos o la emulsión de Scott; nuestras peleas eran con nuestros hermanos y no con los vecinos y a golpes; el dolor más fuerte que podíamos sentir era el de las rodillas raspadas y no el de puñaladas, botellazos o balas; amamos y respetamos a nuestros padres por siempre y nos calmaban los berrinches con alguna palmada o correa bien curada y en muchas oportunidades con una sola mirada nos calmaban. Pero esos valores y costumbres, eran producto de que en esa época los colegios eran instituciones respetables, tanto institucionalmente como por los profesores que nos enseñaban.

Ninguno de nuestros padres tuvo la osadía de criticar los llamados de atención de nuestros rectores; además, tuvimos la fortuna de contar con personas comprometidas con la educación, con nuestro futuro, nos enseñaban mañana y tarde y sin almuerzo, sin refrigerios, sin computadores, sin tabletas, sin internet. Más afortunados los que contamos con profesores que nos ayudaron a soñar, a ser disciplinados, a entrenar mañana y noche y se sacrificaban los viernes o sábados en la tarde para organizarnos los interclases y así poder pertenecer a las selecciones de baloncesto (Colcustodio), de futbol (el ITI y Colcustodio), o voleibol (Colrosario) que en los años 80 y 90 fueron gloriosos en la provincia de García Rovira y pudimos poner en alto nuestros colegios en el Departamento y en algunas ocasiones fuimos campeones Nacionales. Hoy tal vez solamente hay algunos chispazos de escuelas privadas, pero que no nacen de las instituciones educativas y solamente brillan en el nivel local. 

La juventud de hoy tiene valores diferentes, a las cosas no le ponen valor sino precio, al tiempo libre le llaman “navegar”, se comparte con los amigos de manera virtual, ya ni siquiera se hablan cara a cara. La música la escoge en la red y ojala que el contenido sea de frases morbosas o de rebeldía, esta llevada por el consumismo, no se les puede comprar ropa o zapatos si no son importados y nosotros los padres, vivimos y trabajamos día a día, solo para satisfacerlos, con el pretexto que ojala no pasen por lo que nos tocó pasar a nosotros, cuando deberíamos hacer todo lo contrario. Pero también fallan las instituciones del Estado, a alcaldes y gobernadores les importa nada la aplicación de políticas de infancia y juventud, no crean un solo programa para la utilización del tiempo libre, no generan una sola norma de convivencia para prevenir la drogadicción, el alcoholismo, el vandalismo y el pandillismo (todo estos problemas existen en Málaga). 

Lamentable que nuestra querida Málaga sea noticia, solo porque en los últimos dos meses, tres (3) jóvenes hayan perdido la vida apuñalados en las calles del municipio y cada fin de semana se registren decenas de riñas y todo esto bajo los efectos de alcohol. Cómo es posible que se comente a gritos que hasta hay pandillas que ya crearon barreras invisibles e intocables por otros grupos de jóvenes, so pena de ser atacados o agredidos, (eso pasaba solo en Medellín o en Ciudad Bolívar), que se expenda droga, bazuco y marihuana como vender cerveza y aguardiente y nadie, absolutamente nadie diga o haga nada, y simplemente se limiten a justificarlas, “porque los jóvenes de hoy son así”. 

Los Alcaldes no necesitan los millones de pesos para tomar medidas como toque de queda para menores, controlar el expendio de bebidas a menores y claro, inventarse alguna cosa que les llame la atención y los mantenga alejados del vicio. Para no ser injusto, tendría que destacar el logro de las pruebas saber de los alumnos de la Normal Francisco de Paula Santander de Málaga y del Instituto Isidoro Miranda Morantes, de San José de Miranda, quienes han ocupado los primeros y segundos lugares en las pruebas SABER, durante los últimos cuatro o cinco años en el Departamento de Santander. Algunos de ellos han aprovechado la oportunidad de beneficiarse de las becas del Ministerio de educación del programa “SER PILO PAGA”. Los demás municipios deberían al menos preguntarse, qué será lo que hacen estos centros educativos para mantener este honorifico puesto y tratar al menos de copiarlos, si no tienen la creatividad para generar estas capacidades en sus estudiantes. 

También se destaca lo hecho por el SENA, formando centenares de jóvenes año tras año, pero que no tienen la más mínima posibilidad de ocuparse o emplearse en la región. La juventud rovirense se hunde en la desesperanza, pareciera que los estuviéramos formando sin valores, sin sueños, sin metas, sin ambiciones. Hoy no es posible destacar algún grupo de jóvenes que se caracterice por sus altas capacidades, por sus grandes logros en lo académico, en lo deportivo, en lo cultural o en lo musical, excepto algunas individualidades que se destacan en uno que otro municipio. Por lo demás, ratifico mi preocupación y frustración. 

 (*) ZOOTECNISTA. ESP. ALTA GERENCIA

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