Análisis: “Lo que destapó la pandemia del Covid-19 en el mundo”


Todo por la plata. Gráficas tomadas de Google-Internet).

Por Rubén Darío Rodríguez López

Chicamocha News

Lo que estamos viviendo hoy en el mundo, sin duda alguna cambiará para siempre nuestras vidas y será un hecho histórico para recordar, ya sea por acontecimientos tristes y lamentables como la muerte de miles de personas o situaciones anecdóticas y porque no, miles de casos de superación de ciertos momentos críticos. Sin embargo, también esta inusitada situación pandémica ha sacado a la luz muchas situaciones que sabíamos que estaban ahí, que han venido sucediendo, que nos han advertido que sucederán, pero que muy poco ha llamado la atención de la humanidad y que no hemos querido ver o lo peor, que no hemos actuado para controlarlas, mejorarlas o cambiarlas.

La pandemia nos ha demostrado que los humanos no controlamos el mundo, mucho menos la naturaleza. Una partícula invisible e impalpable como un virus nos ha quitado la venda de los ojos para comprender que estamos haciendo las cosas mal, con respecto al trato que le damos a la naturaleza, a los animales y a la misma humanidad.

Tuvo que generarse un aislamiento obligatorio y de supervivencia para entender que el cambio climático es una realidad, que la naturaleza está reclamando lo que es suyo, que los animales están reclamando sus propios espacios, que hoy la humanidad no es más que un grupo de "homosapiens" frágiles y autodestructores, que han convertido la avaricia y la codicia como fundamentos de vida y no precisamente el cuidado de la vida misma.


La pandemia también ha puesto sobre el tapete la crueldad de la desigualdad. 

Hoy hemos podido entender mucho más lo miserable que ha sido la sociedad con su esquema económico implementado. No es cierto que la economía debe ser centrada en la generación de riqueza, en que hay que producir a diestra y siniestra para dinamizar las economías y que el dinero es el motor del mundo. Hoy estamos sufriendo este momento todos, sin distinción alguna. Los ricos están encerrados en sus jaulas de oro, estresados por la pérdida de sus riquezas, de sus intereses, de cómo salvarse ellos primero, los trabajadores están estresados por perder su empleo, trabajando el doble desde su casa, para no perder su fuente de ingresos y poder pagar sus deudas a los ricos, mientras que los pobres han salido a la luz, se han vuelto notorios, nos han permitido ver sus cambuches, sus tugurios, su día a día y su desgracia, a la cual todos les hemos venido dando la espalda y hemos tratado con indiferencia. Pero pareciera que en el fondo nadie quisiera ceder.

También nos ha demostrado que las guerras no son más que estrategias de negocios, montadas por líderes que buscan apoderarse de los recursos de otros para su propio beneficio, que no son por luchas sociales, que no son para salvar o proteger al mundo o al país, como no lo hacen creer.  Queda claro que las guerras son sólo malas estrategias de acabar con el otro a como dé lugar y apoderarme de lo que tiene u ofrece (de las rutas del narcotráfico, por ejemplo). ¿Qué pensarán los norteamericanos (país más afectado con la pandemia) con sus guerras por el petróleo hoy? Al momento de escribir esta columna, un barril de petróleo que se entregará en junio, está costando menos 36 dólares, es decir en pocas palabras: te doy 36 dólares por cada barril de petróleo que me compre. ¿Será que después de todo esto, el petróleo seguirá siendo el combustible que mueva el mundo? ¿Será que es necesario reventar los suelos, dañando naturaleza, destruyendo fuentes de agua y de vida para producir más petróleo?

La pandemia nos está enseñando, además, que ese mundo banal y de sueños americanos, son solo eso, banalidades e ideales falsos, que no son como los pintan, que no se necesitan en nuestra vida, que son solo imposiciones publicitarias, de consumo, de moda, de materialismo puro. Hoy cuántos vehículos que valen millones de pesos están llenos de polvo en los parqueaderos, cuánta ropa y zapatos de marca están llenándose de moho en los roperos, ¿cuántas de sus propiedades están abandonadas e improductivas, cuantos planes de viajes pagados, están a la deriva? Hoy hemos comprobado que podemos vivir con lo básico, que solamente bastaría con asegurar, primero y en lo posible una buena salud, un techo, los alimentos básicos y acceso a educación, claro, para eso gozar de un trabajo digno o un negocio que nos permita suministrarnos estas condiciones mínimas de supervivencia.

La pandemia nos deja ver la vulnerabilidad mundial con respecto a la salud. Ningún sistema de salud en el mundo estaba preparado para esta situación. Países que llamamos desarrollados han sucumbido en estos momentos. Europa (España, Francia, Italia), se han doblegado ante el coronavirus, y qué decir de Estados Unidos y China, las potencias mundiales. En todas estas han muerto miles de personas y nos han mostrado que allí también hay muchas deficiencias. En Colombia, a pesar de todo, el sistema de salud al menos cuenta con profesionales médicos, enfermeras, especialistas, entregados y comprometidos con la comunidad, y la población tiene, en medio de todo, un seguro que le permitirá acceder de manera gratuita a cualquier eventualidad que se le presente, lo que no sucede en países desarrollados.

Hoy hemos podido entender, pero sobre todo reconocer profesiones y trabajos que considerábamos, eran subestimados, eran ignorados, eran discriminados. Nunca antes un mensajero, un celador, un aseador, un camionero, un tendero, un auxiliar de enfermería, un técnico de sistemas, etc., se les había reconocido su importancia para la supervivencia de la humanidad. Hoy ellos han puesto el mayor sacrificio, han estado expuestos al contagio todo el tiempo, para resolvernos nuestras necesidades básicas.

Pero todo esto también nos ha obligado a "visibilizar" por primera vez a los agricultores del país.  Ese pequeño productor, ese campesino, esa familia que esta allá de espaldas al sol día tras día, sembrando y cosechando nuestros alimentos, sin ellos hoy no podríamos vivir. Óiganlo bien: "no podríamos vivir". Ojalá este y todos los gobiernos sientan y asuman la responsabilidad que tenemos con los agricultores, con los campesinos y de una vez por todas prioricen en sus programas y planes de desarrollo inversiones reales, para mejorar la productividad de sus fincas, de sus parcelas, ayudarles a que verdaderamente tengan, al menos, una vida más digna y más llevadera.

Por último, la pandemia, también nos muestra lo más ruin, lo más despreciable, lo más bajo, lo más asqueroso de muchos de nuestros políticos, que no desaprovecharon esta situación para robarse hasta la comida que iba precisamente para los más pobres, los más desprotegidos, los más vulnerable, los campesinos, los desempleados, los discapacitados, los que siempre han estado ahí, pero que ahora sí los visualizamos.

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