García Rovira condenada por las FARC y la vía Málaga - Curos

Por Rubén Darío Rodríguez López (*)

Escribir esta columna cada mes no ha sido fácil; primero, porque Colombia y la región generan tantas noticias diariamente que dan tema para escribir mucho más y en varias páginas; segundo, porque generar opinión, trae consigo enemistades y hasta rompimiento de conversaciones con personas allegadas y con los políticos de turno. De turno digo, porque por más poder que hoy ostenten y se cubran de un "orgullo bien hinchado" por amaestrados aduladores, contratistas y "lambemicas", después que terminen su reinado, estos mismos aduladores e hipócritas de turno, no tendrán ningún reparo en salir a decir que jamás creyeron, que no estaban de acuerdo y sobre todo, a pasar por encima y desprestigiar al soberano que los engordo durante cuatro años o hasta más y entenderán el sentido de la crítica; sobran los ejemplos. 

A veces quisiera escribir sobre temas netamente agropecuarios o de desarrollo comunitario, pero, en este espacio que me permiten opinar libremente, tengo vivo ese incomodo sentimiento que me condena con la política y también contra ella. Soy muy consciente de mi opinión solitaria y desoladora, pero también de la rabia que genera  ver en la plaza pública nuevamente a los mismos encantadores de serpientes que ya han comenzado a amangualarse y a insultarse para rifarse y quedarse con el poder, no de gobernar, lamentablemente, sino de disponer de los recursos y entidades del Estado para robárselos a como dé lugar.

Se viene el 2018, un año "politiquero" de principio a fin, ya que habrá elecciones para congreso y muy seguramente 1ª y 2ª vuelta para elección de Presidente de la República; y como siempre, empieza el desfile de "transformers": políticos disfrazados de ovejitas tiernas, de persona angelical, que nunca han insultado; que saltan de un partido a otro; que recogen firmas para tapar el olor a cloaca de su partido político; que antes eran de allí, pero hoy son de acá; que tienen listo miles de Kits electorales (tamal, cerveza, camiseta y billetes desde $ 50.000); que se alistan para tomar la foto con el niño con mocos, la foto con la familia más pobre, la foto con los que precisamente se les han robado todo, hasta la "esperanza". Todos estos "transformers" tienen como característica particular, que también se transforman en excelentes prometedores y moralistas al interior de los templos, de los atrios, pero todos sabemos que no son más que políticos estafadores y perfectos embaucadores.

Por lo que se ve venir, es claro que estamos condenados a que el tema principal de las campañas políticas sigue siendo el "coco" de las FARC, o Las FAR, como las nombran algunos. Si revisamos la historia reciente del País, Andrés Pastrana ganó las elecciones cuando se tomó una foto con "tirofijo", mostrando un reloj Rolex; Uribe ganó las elecciones declarando la guerra frontal contra la guerrilla y Santos fue elegido por el partido de la "U" (no precisamente por su apellido), sino porque era el candidato de Uribe y ganó también prometiendo seguir la guerra, pero al final cambió y decidió firmar la Paz por encima de todo y hace un año nos metieron en una contienda a la población civil para que escogiéramos entre la paz y la guerra, que lo que hizo fue fortalecer las fuerzas extremas del país, entre izquierda y derecha y como siempre las FARC de por medio, cagadas de la "R". Como vemos, han sido 20 años que el temita de las FARC ha puesto Presidente en Colombia y lo más triste, es que este "caballo de batalla", también elegirá presidente en 2018.  

En García Rovira odiamos a la guerrilla, allí primero estuvo el ELN y después las FARC, porque fue un corredor estratégico de esta guerrilla para huir de la fuerza pública, bien hacia Venezuela o hacia Arauca y dejó en nuestro recuerdo muchas muertes, muchas tomas guerrilleras y sobretodo, mucho atraso y mucho miedo. Pero también odiamos a los paramilitares, que llegaron a la provincia y también dejaron dolor y tristeza y el desplazamiento  del 30% de la población de la región. Esas marcas han demostrado que la provincia no quiere saber nada de guerrillas, ni de paras; pero el discurso guerrerista y de confrontación es muy bien vendido en nuestra región, cualquier político disfrazado de "caudillo" es recibido con bombos y platillos. Pareciera que estuviéramos condenados a vivir con ese "coco" y que nuestras heridas no tuvieran la posibilidad de sanar nunca.

Pero lo más triste que le puede pasar a nuestra provincia, es que también llevamos 100 años o un poco más, eligiendo a representantes, senadores, gobernadores, presidentes, etc., que nos han prometido la "pavimentación de la vía Málaga – Curos". Esta desidia de los políticos para con nuestra región no tiene fin. El cinismo de estos "roba esperanzas y roba sueños", como los denominaría el papa Francisco, es ilimitado. Cada dos años (en elecciones regionales, de representantes y presidenciales) el caballo de batalla es esta Vía.  Ni Gaviria, ni Pastrana, ni los 8 años de Uribe, ni los 8 de Santos desde sus presidencias, cumplieron esta promesa de campaña. Ni mucho menos los representantes Edgar Gómez, Bernabé Celis, Luis Alberto Gil, Hugo Serrano, José Luis Mendoza, Jaime Barrera, Lina Barrera, Iván Díaz, Alirio Villamizar, Jorge Meza, Juan Manuel Galán, Feisal Mustafá, Mauricio Aguilar, María Eugenia Triana, Rodrigo Romero, Fredy Anaya, etc., (me quedan faltando muchos), representantes históricos de Santander han hecho nada por terminar esta vía; y ni qué decir de los gobernadores: Mario Camacho, Jorge Gómez, Horacio Serpa, Hugo y Richard Aguilar. Todos ellos, absolutamente todos, no cumplieron su promesa.

Pero ahí están, los mismos o en cuerpo ajeno (hijos, esposas, amantes, suegras, primos, tíos, etc.), "otra vez", llegando a la provincia a echar discursos "caudilleros" y prometiendo la gran vía, y se justificarán diciendo que no fue culpa de ellos, sino de otros y que agradezcamos que llenaron de cemento las paredes de la vía y que pavimentaron 10 Mts., cada 20 Kms., y que nos están construyendo el "puente atirantado más grande de Latinoamérica", que a mi manera de ver se convertirá en el "monumento más grande a la desidia", ya que dicho puente no tendrá vías de acceso, es decir, no hay forma digna de llegar hasta allí.

Así las cosas, el coco de las FARC y la vía Málaga-Curos, serán nuestras condenas de campañas políticas por siempre. "El tal voto programático no existe", no hay propuestas de desarrollo de la región, ni de salidas económicas para una región deprimida, una región aislada y abandonada a la desidia de los representantes que elegimos. Sigamos votando por los mismos, para seguir lo mismo o peor.  No cogemos vergüenza!!!

(*) Esp. Alta Gerencia UIS

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